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Los yankees se retiran, la guerra civil reaccionaria se intensifica.
Mansoor Afaq,
La guerra reaccionaria entre el régimen mercenario y el grupo reaccionario talibán tras el inicio de la retirada de las fuerzas de ocupación estadounidenses de Afganistán, se ha extendido con fuerza, infligiendo bajas militares en ambos bandos, matando a cientos de civiles e inocentes cada día, y desplazando a miles de personas. Sus vidas son destruidas. Las dimensiones de la catástrofe y las consecuencias de la destrucción de esta guerra reaccionaria son extraordinariamente horribles. El componente más importante de la nueva situación, después de la retirada de las fuerzas de ocupación estadounidenses y sus aliados de Afganistán, es la escalada de la guerra reaccionaria interna con el apoyo y el liderazgo del imperialismo estadounidense y los países regionales, especialmente Pakistán.
Los cuerpos martirizados de niños, mujeres y hombres son enterrados todos los días en diferentes oficinas del país, y el número de heridos está aumentando en hospitales y ciudades. Decenas de miles de personas desplazadas por la guerra han perdido todas sus medicinas y se han quedado en los suburbios de Herat, Shebaghan, Meymana, Mazar-i Sharif, Kunduz, Qalano, Faizabad, Ghazni, Lashkar Gah, Mahtarlam y Kandahar en el caluroso verano, sin refugio, alimentos y con menos de 199 horas de vida. Los barrios marginales y los suburbios se han convertido en un campo de batalla entre el régimen y los talibanes, y los hogares de las personas se utilizan como bastiones y escudos humanos. La ola de migración y exilio a los países vecinos como Irán, Pakistán y Asia, y otros países de la región como la India, Turquía y los Emiratos Árabes, es cada vez más amplia. Decenas y cientos de personas son introducidas ilegalmente en territorio turco por Irán todos los días, dicen funcionarios del régimen turco en los últimos dos meses tras la detención de 541 migrantes afganos en Turquía, afirma la OIM . 1.100.000 de afganos han sido desplazados dentro del país. La organización ha sido superada por el gran desastre. Por otro lado, el régimen títere y los talibanes, como resultado de la propaganda y la creación de una atmósfera de miedo, están atrayendo a las masas de la aldea y de la ciudad al campo de batalla; a los bastiones de la guerra y a la entrega de grandes cantidades de dinero.
En los últimos dos meses, el régimen títere ha estado al borde del colapso. Muchas de las regiones y centros, entre ellos los 41 distritos comerciales y puertos más importantes, como Asalem Qala, Spin Boldg, Sher Khan Bandar y Abu Nasr Farahi fueron capturados por los talibanes que ahora controlan las principales carreteras del país.
La reciente derrota del régimen y el rápido avance de los talibanes deben verse, en primer lugar, en la naturaleza encubierta del régimen y sus políticas antipopulares así como en su falta de apoyo popular desde su base. En segundo lugar, a la desintegración y las contradicciones del régimen y a la paralizante corrupción administrativa y militar en su interior que han causado esta incapacidad. Sobre las cuestiones mencionadas, los talibanes habían preparado el hamala "Burqasa 3". Los ataques rápidos y sorpresivos de los talibanes paralizaron y colapsaron gran parte de las fuerzas militares del régimen. Se dice que sólo en Kandahar, uno de los centros más mimados y robustos del régimen, más de la mitad de sus fuerzas militares y de seguridad han sido desmanteladas. En muchas zonas y distritos, las fuerzas depusieron las armas, huyeron, y muchos de ellos vendieron las instalaciones y suministros del gobierno escapando a las ciudades. Se cree que más de 110 de los vehículos blindados del régimen cayeron en manos de los talibanes durante este período. Ahora se ha impuesto una guerra de desgaste, de alto coste y pesada para ambos bandos. Parece difícil que ambas partes puedan sobrevivir, con la vasta geografía del país, principalmente distritos, aldeas y carreteras, debido a que el régimen está bajo asedio dentro de las ciudades y áreas restringidas. Importantes puertos comerciales han asestado un duro golpe a la reputación y economía del régimen. Los talibanes tienen grandes extensiones de territorio con una población de más de 20 millones de habitantes en Afganistán, con el respaldo y la alianza de los grupos islámicos en Pakistán y la cooperación indirecta y a puerta cerrada de su ejército e inteligencia, un recurso importante para el suministro de sus fuerzas de combate.
No obstante, el régimen tiene grandes ciudades y centros amurallados. En cuanto a equipo e instalaciones de guerra, el régimen está en mejores condiciones que los talibanes. Además, el régimen depende del apoyo aéreo y de las fuerzas de sus comandos para luchar y romper el asedio a las ciudades y retomar los distritos y puertos. Es probable, de seguir así, que más distritos e incluso las principales ciudades y centros amurallados escapen de las manos del régimen.
Pero si el régimen puede cercar ciudades y recuperar importantes puertos y distritos de los talibanes, la ecuación puede cambiar a su favor. El odio público contra los talibanes está creciendo. El incentivo de enrolarse y engrosar el número de combatientes talibanes que luchan contra las fuerzas nacionales puede disminuir a largo plazo. El reciente avance de los talibanes ha aumentado el apoyo popular y la base social del régimen, reduciendo en cierta medida su represión y sus conflictos. El odio a los talibanes ha llevado a grupos, individuos y  a buena parte de la población al campo de batalla contra ellos. En algunas zonas, el régimen ha utilizado estas medidas en su beneficio contra los talibanes. Los movimientos anti-talibanes se observan principalmente entre las clases medias urbanas y las nacionalidades subordinadas. Mientras tanto, los líderes yihadistas y partidos como el Partido Islámico Da'ath, el Partido de Unidad Islámico y el Movimiento Islámico también han aprovechado esta oportunidad para beneficiarse, poniendo su poder militar en contra de los talibanes como un medio para obtener concesiones y tener una oportunidad de salir de su aislamiento.

2- Las fuerzas de ocupación estadounidenses se retiran y la guerra civil se intensifica
Después de dos décadas de dominación y ocupación de Afganistán, el imperialismo estadounidense y sus aliados, tras más de 2.000 millones de dólares y 5.411 muertes, se han visto forzados a una escandalosa retirada de sus tropas de Afganistán. La retirada de las fuerzas de ocupación estadounidenses de Afganistán se considera un fracaso militar, pero esta derrota militar no significa el fin del imperialismo estadounidense en Afganistán. Así como la derrota militar y la retirada de las fuerzas de ocupación del social-imperialismo soviético, a pesar del colapso del régimen bajo su dominio, no significaron el fin de la dominación e influencia de Rusia en Afganistán. Los talibanes tampoco pueden y no quieren poner fin a la dominación estadounidense de Afganistán, a pesar de que están promoviendo la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán como una victoria y el fin de la ocupación afgana. Con la retirada de sus fuerzas de Afganistán, el imperialismo estadounidense ha matado mercenarios y es responsable de administrar, equipar y financiar la guerra del régimen. Los talibanes no sólo están preocupados por el dominio político y la inteligencia del imperialismo estadounidense en Afganistán, sino que también buscan satisfacer a los imperialistas y ganar estatus en el régimen dentro del gobierno del régimen. Incluso si los talibanes son capaces de establecer el Emirato de Asalmishan (Islámico) en Afganistán, este emirato medieval no pondrá fin a la dominación del imperialismo en el país. Los talibanes están en una situación de subordinación y dependencia financiera debido a sus relaciones con los países de la región, especialmente con el imperialismo ruso y chino. Sin embargo, este hecho no altera su violencia fundamentalista religiosa y su fascismo en el campo de batalla y, sobre todo, en lo que respecta a su dominación sobre el pueblo afgano.
El imperialismo estadounidense luchó para evitar el declive de su hegemonía global en Afganistán. Durante los 20 años de su dominio en Afganistán intentó de varias maneras ganar en el campo de batalla, pero todos estos intentos fueron contraproducentes. Desde 2010, los líderes de la Casa Blanca han admitido explícitamente que no ganarán en Afganistán a través de la guerra. El aumento de tropas en 2010 fue el último de los desesperados intentos del imperialismo estadounidense por ganar de forma militar en el campo de batalla. Sin embargo, en este caso también, el aumento de la fuerza militar también resultó contraproducente. El compromiso y la colusión del imperialismo estadounidense con los talibanes es el resultado de la guerra en Afganistán.
Las falsas afirmaciones del imperialismo estadounidense sobre sus intereses no buscaban la democracia y la libertad de las mujeres. Los yankees buscaban la creación de un gobierno centralizado en Afganistán para fortalecer su dominio en la región, pero la resistencia reaccionaria de los talibanes a implementar este objetivo les impidió lograr tal fin. En la década de 1990, después de la ocupación del social-imperialismo soviético de Afganistán, Mayaldi apoyó a los individuos y movimientos fundamentalistas asalmi (islámicos) y los utilizó para contrarrestar el dominio del social-imperialismo soviético en Afganistán. Después del colapso del social-imperialismo soviético, el fundamentalismo asalmi estaba en gran medida en desacuerdo con el imperialismo estadounidense y sus intereses en la región. El atentado del 11 de septiembre se convirtió en un pretexto para atacar Afganistán, ocupar el país y destruir el Emirato Islámico de los talibanes.
Durante este tiempo, el imperialismo estadounidense no sólo no fue capaz de destruir a los talibanes, sino que tampoco logró crear un gobierno títere fuerte y centralizado. La creciente expansión de los talibanes ha hecho que el imperialismo estadounidense crea que es imposible establecer y consolidar el gobierno central sin incluir a los talibanes en el gobierno afgano. El gobierno afgano es incapaz de establecer y consolidar el gobierno central. Por un lado, el gobierno conjunto entre el régimen y los talibanes mantendrá la influencia política y la inteligencia de Estados Unidos en Afganistán y en la región;  por otro, pondrá fin a la guerra de 10 años en Afganistán.
La retirada de las fuerzas militares estadounidenses no solo está sujeta a las condiciones internas de Afganistán y de la región, sino también a la dominación global de Estados Unidos en el mundo y a las contradicciones globales del imperialismo estadounidense con las principales potencias mundiales, especialmente China. Sin duda, como potencia rival, China ha amenazado la dominación global del imperialismo estadounidense. Estados Unidos está en Talesh para reducir su gasto financiero y militar en otras partes del mundo con el fin de tener cada vez más poder para enfrentarse a China. Las divisiones y contradicciones internas de Estados Unidos han erosionado lo suficiente su dominio global e influencia imperialista. La agresión y ocupación de Estados Unidos en las últimas dos décadas, así como las crisis internas de Estados Unidos y el progresivo crecimiento de China, han socavado el empleo de la fuerza para mantener sus bases militares en el mundo. Durante la última década, el proceso de compromisos con Corea del Norte, los acuerdos de la PAIC con Irán y el proceso de reconciliación con los talibanes en Afganistán indican una incapacidad para sostener movimientos militares agresivos de Estados Unidos en todo el mundo.
En otros aspectos, el imperialismo estadounidense busca mitigar sus conflictos con Rusia para contrarrestar a China. La retirada de las tropas estadounidenses y aliadas de Afganistán ha reducido el conflicto entre el imperialismo estadounidense y ruso en Afganistán y Asia. En una reunión con Biden, Putin prometió que las fuerzas militares y de seguridad de Estados Unidos podrían recopilar información de las bases rusas en Tayikistán y Kirguistán para proteger Afganistán.
Sin embargo, el avance en los planes y objetivos imperialistas a través del diálogo en la mesa de negociaciones no se logrará fácilmente y dará lugar a muchos desafíos y dificultades. Tampoco es posible transigir e integrar a los talibanes en un régimen títere. Pero, a corto plazo, el imperialismo estadounidense espera un acuerdo de paz con los talibanes y un compromiso con el régimen. Por un lado, el imperialismo estadounidense está en Talesh tratando de integrar a los talibanes en el régimen títere para mantener su influencia política e inteligencia en Afganistán; y por otro , para utilizar a los talibanes como una amenaza contra Rusia y China en el futuro.

3- Países imperialistas, clases reaccionarias y la guerra civil en Afganistán
Los rápidos avances de los talibanes en los últimos dos meses son, en primer lugar y de antemano, una expresión del hecho de que la agresión y la modulación del imperialismo estadounidense y sus aliados han contribuido al crecimiento del fundamentalismo en Afganistán. En segundo lugar, se deben a que los regímenes que dependen del imperialismo son inestables y vulnerables. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias de este reciente desarrollo en las relaciones regionales de Afganistán?
El rápido avance de los talibanes en el norte de Afganistán ha acercado a los países asiáticos a Rusia, aumentando aún más la influencia política y militar de Rusia en la región. La relación política de Rusia con los talibanes parece ser un temor con respecto a ISIS. El representante de Rusia para Afganistán, Zamir Kabulov, ha calificado de positivo el avance de los talibanes en el norte de Afganistán porque destruirá a DAESH en estas zonas, y el régimen títere de Ranatwan estará en la lucha contra DAESH. En este sentido, los acontecimientos recientes han terminado a favor de Rusia. Pero Rusia está preocupada por la continuación de la situación, ya que dice que los combatientes tayikos y uziks luchan junto a los talibanes en el norte de Afganistán. Por esta razón, el imperialismo ruso realiza maniobras conjuntas con Tayikistán y Kirguistán en la frontera con Afganistán. Por esta razón, ha dicho que defenderá la seguridad de los países asiáticos. Rusia está preocupada por el crecimiento del fundamentalismo en los países asiáticos y la creación de un frente para ellos. Rusia es un serio oponente al Emirato Asalmi (Islámico) de los talibanes en Afganistán. Si los avances de los talibanes en Afganistán persisten, la posibilidad de interrumpir las relaciones no estarán lejos de producirse. Rusia se acercará una vez más a su aliado.
Pakistán, sin embargo, sigue aplicando planes y estrategias políticas que se han seguido en Afganistán desde el General Zia-ul Haq, que consiste en crear un gobierno débil afiliado a Asalem abad en Kabul. Pakistán parece ahora incapaz de aplicar plenamente esta política en Afganistán. La crisis económica de Pakistán y la creciente expansión del fundamentalismo en el país, el aumento de migrantes de Afganistán a Pakistán, por un lado, y la presión del imperialismo estadounidense y el creciente riesgo de influencia indo-rusa en Afganistán, por otro lado, harán que Pakistán esté satisfecho con la integración de los talibanes en el régimen títere. De varias maneras, la creación de un gobierno participativo (talibanes y régimen títere) podría beneficiar a Pakistán de varias maneras:
En primer lugar, en el contexto de la creciente expansión del fundamentalismo en Pakistán, ha impedido que un Emirato Islámico puro sea la espada del frente fundamentalista de Pakistán en Afganistán.
En segundo lugar, al integrar a los talibanes en Afganistán, el régimen actual tendrá un papel menos participativo como resultado de ese acuerdo.
En tercer lugar, como resultado de la relativa calma en Afganistán, Pakistán se beneficiará económicamente más que cualquier otro país, y sus relaciones comerciales con los países asiáticos se expandirán. Una razón para sostener esta posición son las grandes inversiones de China en Pakistán, las cuáles pueden verse afectadas por el avance del fundamentalismo. Por este motivo, el social-imperialismo chino también alienta a Pakistán para que se involucre en el proceso de reconciliación entre los talibanes y el régimen.
La República Islámica de Irán ha mantenido sus vínculos políticos con los talibanes, a pesar de tener relaciones relativamente buenas con el régimen títere de Kabul. El alineamiento de la República Islámica de Irán con los talibanes radica principalmente en su postura común antiestadounidense y anti-ISIS. La retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán favorece a la República Islámica de Irán. Tras el acuerdo de "paz" de los talibanes con el régimen títere, la República Islámica de Irán espera limitar la influencia política, la inteligencia y el peso cultural de Estados Unidos en Afganistán por medio de los talibanes. Asimismo, por otro lado, espera ganar el favor de los talibanes en lo que se refiere a no apoyar los movimientos del Estado Islámico en Sistán y Baluchistán.
El presente contexto favorece la, cada vez más creciente, influencia y dominio del social-imperialismo chino en Afganistán. Durante los últimos 20 años, el social-imperialismo chino se enfocó principalmente en sus actividades económicas en Afganistán, a la vez que apoyaron tanto al régimen mientras trataban con los talibanes. Las actividades económicas de China no se han desarrollado significativamente debido a los fracasos del imperialismo y la inseguridad de Estados Unidos. Ahora, con la salida de las fuerzas estadounidenses y aliadas de Afganistán, se ha abierto la vía para obtener beneficios económicos muy grandes para el social-imperialismo chino. Las relaciones de China con los talibanes, por otro lado, están en gran medida vinculadas a la lucha contra el imperialismo estadounidense y el DAESH. El Movimiento Asalmi del Turquestán Oriental, un movimiento islamista radical de Sankyang, China, opera en la parte noreste de Afganistán y Pakistán.
En el pasado, el partido mantuvo buenas relaciones con el Emirato Islámico de los talibanes. Mohameed Naeem, jefe de una delegación talibán, ha prometido al ministro de Exteriores chino durante una visita a China no dar cobijo ni asistencia a miembros del Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM por sus siglas en inglés) en Afganistán. No está claro si la promesa de los talibanes podrá consumar su dimensión práctica porque las necesidades de la guerra de los talibanes en el campo de batalla exige la colaboración de estas fuerzas. Sin embargo, a nivel de las relaciones políticas con los demás países, se verán obligados a satisfacerlas ya que las relaciones de China con Afganistán presentan tanto obstáculos como posturas de entendimiento, al igual que sucede con otros países de la región.

4-Pacto o prolongación de la guerra civil reaccionaria
En los últimos dos meses, después de la caída de más de 100 distritos en manos de los talibanes, el avance de estos últimos parece, en cierto sentido, haber disminuido desde el inicio de la retirada de las fuerzas de ocupación estadounidenses de Afganistán. La expansión del campo de batalla ha reducido la capacidad de combate de los talibanes en muchas provincias y ha incrementado sus bajas. Los talibanes tienen pocas personas en muchos distritos como para mantener y controlar esos distritos. El régimen títere ha utilizado todo su poder para preservar y controlar los centros de los valets y las principales ciudades, y está tratando de recuperar importantes puertos como el de Tajar en poder de los talibanes. La reciente fuerza y las maniobras propagandísticas de los talibanes a su alrededor han aumentado la capacidad de combate y la moral de sus combatientes.
Al comienzo, al rápido avance de los talibanes en el país, se le sumó la incorporación de un grupo de fuerzas cercanas a los talibanes de manera voluntaria (lo que aceleró el avance de los talibanes). Pero, a medida que las "conquistas" de los talibanes disminuyen, la unión de fuerzas voluntarias también descienden. Es por esto que los talibanes ahora están compensando su escasez de fuerza de combate con amenazas y represión, lo que a largo plazo aumentará el odio público hacia los talibanes y reducirá la motivación de combate de sus fuerzas.
La retirada de las tropas estadounidenses y aliadas de Afganistán también puede reducir los motivos de guerra de los talibanes. El trato que los talibanes dan a las personas bajo su administración es arbitrario y cruel. El terror, los asesinatos y las represalias son elevados en las zonas administradas por los talibanes, aunque los talibanes no reivindican nunca su gran responsabilidad en los asesinatos. Los talibanes no pueden tolerar la disidencia. Aunque piden seguridad, el ambiente bajo su administración es asfixiante. El ambiente y el miedo militar dominan en todas partes. Las patrullas de mujeres ha terminado por completo, los centros culturales y los medios de comunicación han sido cerrados o controlados por el Emirato de Asalmi (Islámico). Muchas personas educadas y de clase media han huido bajo el régimen talibán. El reclutamiento y la donación de dinero por parte de las masas, en  apariencia proporcionado con satisfacción, es, en realidad, debido al miedo al Emirato de Asalmi ya que nadie se atreve a estar en desacuerdo. Este enfoque autoritario y militar y el ambiente de inseguridad en la administración de la sociedad se suman al odio público de la sociedad hacia los talibanes.
La rapidez y el avance a lo "blitzkrieg" de los talibanes después de la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán es la misma táctica familiar que este grupo y otros asalmi y fundamentalistas fascistas como ISIS emplean. Se basa en crear una atmósfera de terror y paralizar el espíritu de lucha debido a la competencia y la fuerza en el campo de batalla en los "años de victoria" para crear su emirato a partir de esta táctica. Se sabe que los talibanes ya habían planeado su rápida victoria pero está claro que la táctica trepidante y electrizante de los talibanes de hoy ya no puede triunfar en Afganistán como se dio en la década de 1990.
En la década de 1970, el rápido avance y apoyo de las fuerzas de los talibanes fue diseñado en gran medida por el ejército y la inteligencia paquistaníes, patrocinados por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y por el apoyo político del imperialismo estadounidense y británico. Sin embargo, ahora los talibanes no son tratados ni financiados con un apoyo extranjero tan amplio.
Lo que es más importante, las tácticas de avance rápido e intimidante de los talibanes, a diferencia de la década de 1970, sirven principalmente para centralizar el poder político. Esto se debe principalmente a que los talibanes no consideran que las condiciones regionales e internas mundiales de Afganistán sean apropiadas para el establecimiento del Emirato de Asalmishan. Los talibanes, pese a que ganen, no podrán controlar y gobernar el país aunque puedan obtener todo el poder político nacional en Afganistán. Las condiciones actuales muestran, por el contrario, una situación diferente a la que tuvieron los talibanes en comparación a la de 1990. El imperialismo estadounidense y sus aliados occidentales, así como sus actuales amigos y aliados de los talibanes, impedirán que se establezca el Emirato Asalmi.  En lo que se refiere a Rusia e Irán, ambos son enemigos estratégicos e históricos de los talibanes. Las maniobras militares de Rusia en Tayikistán y Kirguistán son un claro mensaje a los talibanes de que Rusia no quiere que tomen el poder en Afganistán.
Internamente, todas las zonas y distritos administrados por los talibanes están ahora paralizados y no pueden gestionarlos. Con la excepción de la maquinaria de guerra y de su poder judicial, otras partes de la administración de los talibanes en los distritos están inactivas. En los sectores de salud y educación, los talibanes están aplicando de alguna manera los programas del régimen. Han cambiado en las cuestiones mencionadas como en la estrategia de sus relaciones con países de todo el mundo y sus grupos islamistas de ideas afines. Este cambio también ilustra en cierta medida la dirección del futuro movimiento de los talibanes.
En el Acuerdo de Doha entre los talibanes y el imperialismo estadounidense, los talibanes se han comprometido a romper con Al-Qaeda. Este es un cambio importante en la política y estrategia externa de los talibanes. Se puede ver como los talibanes dependen más de las relaciones políticas con los países regionales y a nivel mundial, en lugar de los combatientes asalmi y los fundamentalistas. Este giro político de los talibanes, construyendo relaciones políticas con países de todo el mundo en lugar de atraer a combatientes fundamentalistas asalmi extranjeros, ha sido reemplazado con el establecimiento de un poder político en lugar de la creación del Emirato Árabe a través de medios militares. Esto se hace más evidente cuando los talibanes han declarado su oposición a la política exterior de Pakistán, especialmente con la cuestión de Cachemira. Esta cuestión concierne al enfrentamiento entre Pakistán y la India. Los talibanes también consideran que los problemas de los musulmanes en Chechenia y Daguestán son problemas internos de Rusia. De igual modo, los talibanes también han tranquilizado a la República Islámica de Irán en lo que se refiere a los casos relacionados con Sistán y Baluchistán.
Los esfuerzos de los talibanes para tranquilizar a los países de la región están más orientados políticamente a resolver los problemas de Afganistán. Mientras que los talibanes pidieron a todos los grupos fundamentalistas islamistas que entraran en Afganistán hace 40 años para establecer el Emirato de Asalmi en Afganistán (y una gran parte de sus fuerzas eran combatientes fundamentalistas de países árabes) Pakistán, países asiáticos y Daguestán, Rusia y los uigures, replicaron atacándolos y derribando su régimen. Esto no significa que no haya militantes de partidos fundamentalistas en la región ahora en línea con los talibanes, sino que los talibanes han caído en una contradicción entre la guerra y la paz. Se ven obligados a mantener caliente el campo de batalla con sus fuerzas aliadas y, al mismo tiempo, enfriarlo en sus relaciones políticas para satisfacer a los países con los que tienen trato. Incluyendo a Estados Unidos y China, con los cuáles se comprometen a romper relaciones con estos grupos. En los casos en que dichos grupos estén en dichos países, tienen la tarea de suprimir a los grupos fundamentalistas.
La situación y los cambios en la estrategia de los talibanes muestran que están dispuestos a comprometerse. Pero ambas facciones están en Talesh con las manos metidas en el campo de batalla para lograr sus deseadas demandas en la mesa de negociaciones. La demanda actual de los talibanes es, primero, liberar a 111 de sus prisioneros y salir de la lista negra de la ONU y, segundo, cambiar la constitución. Pero el régimen no acepta la demanda de los talibanes sin un alto el fuego a nivel nacional con fuertes garantías. La principal demanda del régimen es Atash bas, pero los talibanes no aceptan la demanda de que el régimen esté en la ciudades y los muyahidines en las montañas. El temor de los talibanes a aceptar un alto el fuego es el declive de su espíritu de lucha y la desintegración del equilibrio de poder a favor del régimen antes de acordar un futuro sistema. El régimen, sin embargo, teme que, a cambio de la liberación de los prisioneros talibanes, sus nombres [de sus funcionarios, miembros, representantes] sean incluidos en la lista negra.
Un acuerdo aumentará su imagen de legitimidad internacional y la liberación de sus prisioneros incrementará, en gran medida, los combates. Es por esto que hay tan poca confianza mutua entre ambas partes. Parece que, después de la retirada completa de las fuerzas estadounidenses de Afganistán, es hora de que ambas facciones den todo lo que tienen en el campo de batalla para cambiar la balanza. Un acuerdo de paz parece difícil a corto plazo, ya que ambas partes no ven la situación actual a su favor y esperan ganar la guerra. Sin embargo, la presión de los países de la región y potencias mundiales en ambos lados también es alta.
En cualquier caso, en la complicada y turbulenta situación en Afganistán, cualquier otro evento es posible. La rapidez y la complejidad de los asuntos han hecho que sea difícil predecir lo que sucederá en Afganistán. Pero dada la situación actual y los problemas internos y externos que rodean a las dos facciones reaccionarias de los talibanes y el régimen, tanto el compromiso como la colusión son probables y la posibilidad de una continuación de la guerra civil es muy alta. Los conflictos de intereses entre el grupo reaccionario de los talibanes y el régimen títere pueden sofocar la guerra civil si las negociaciones progresan, o, después de un largo período de intensos combates, que el equilibrio de poder termine a favor de un lado y allane el camino para el apoyo del otro.
El imperialismo estadounidense todavía espera resolver el problema de Afganistán en las conversaciones de "paz" de Qatar. En cualquier caso, es probable que la falta de un acuerdo de paz en Doha y la escalada de la guerra civil en Afganistán, en ausencia de presencia militar del imperialismo estadounidense en Afganistán, haga que el control estadounidense se esfume por completo.

5- La naturaleza de clase de esta guerra reaccionaria
En junio y julio de este año, los combates entre el régimen y los talibanes mataron a 11.200 combatientes talibanes, fuerzas de seguridad del régimen y civiles, según las estadísticas. El número promedio de víctimas en Devonim el mes pasado ha alcanzado las 340 muertes diarias. Las estadísticas anteriores muestran que trabajadores, campesinos y aldeanos pobres son las principales víctimas de esta guerra reaccionaria. El campo y los barrios marginales, el hogar de la gente urbana más pobre y de los aldeanos que acaban de mudarse a la ciudad, se han convertido en el campo de batalla y en los bastiones de guerra. Las personas desplazadas por la guerra también son, en su mayoría, masas pobres y oprimidas. Las clases dominantes y prósperas de la sociedad están en las principales ciudades y en Kabul. Viven en viales y en áreas protegidas, estando lejos de ser directamente dañados por la guerra. Los proletarios que sostienen esta sociedad son los que forman la fuerza de combate en ambos lados de esta guerra reaccionaria.
La naturaleza reaccionaria y antipopular de esta guerra ha hecho perder de vista tanto la naturaleza de clase del régimen como la del grupo reaccionario de los talibanes (y el sistema por el que luchan). Ambas facciones, tanto la de los talibanes como la del régimen títere, están vinculadas con las clases reaccionarias feudales y de la burguesía compradora (afiliadas al imperialismo global).  El sistema y la soberanía por la que luchan son, asimismo, sistemas de clase reaccionarios dependientes del imperialismo global que se basan en la represión y explotación de las masas trabajadoras de la sociedad.
El régimen títere se compone principalmente de dos clases: una burguesía compradora y una feudal-burguesa. La primera facción, la de la burguesía compradora, está liderada por Ashraf Ghani. Ashraf Ghani, quién está en la pirámide del poder, es un chovinista y un tecnócrata. Esta parte de la clase dominante de Afganistán, la burguesía compradora, es dependiente del imperialismo estadounidense y europeo y representa dentro del país a la tendencia islámica-liberal. La otra facción de la clase dominante incluye a los líderes de los partidos reaccionarios islámicos como el Partido Islámico Jamiat, el Partido de la Unidad Islámica y el Movimiento Islámico. Desempeñan un papel secundario en el régimen y están marcados por su carácter feudal-burgués. La estructura social de este régimen está formada principalmente por la clase media urbana y la pequeña burguesía de las grandes y pequeñas ciudades y pueblos.
En el otro nivel de clase, los talibanes incluyen a las clases feudales compradoras y a la burguesía compradora con fuertes tendencias hacia el extremismo islámico. Las clases y grupos sociales que representan los talibanes son los grandes terratenientes en las aldeas y los traficantes de drogas así como los estudiantes en las mezquitas y la población rural.
El régimen títere y los talibanes son, en gran medida, de idéntica naturaleza: representan a la burguesía feudal-compradora dependiente del imperialismo global. Sin embargo, el régimen títere representa de forma más clara los intereses de la burguesía compradora mientras que los talibanes, en cambio, lo hacen de parte de la clase feudal-compradora. La ideología que aglutina a esta última clase gira en torno al movimiento fundamentalista islámico. Es por ello por lo que la guerra de los talibanes contra el régimen títere es una guerra reaccionaria entre clases reaccionarias con ideas reaccionarias y anti-populares. De la misma manera que la guerra reaccionaria entre el régimen títere y el grupo reaccionario talibán se libra gracias a la intervención del imperialismo y al servicio de los intereses imperialistas, la paz entre ellos también será una paz reaccionaria-imperialista. El régimen reaccionario, con el apoyo y la orientación directa del imperialismo norteamericano y sus aliados, está librando esta guerra al servicio de sus intereses.
Nuestro deber y responsabilidad en circunstancias tan difíciles y críticas es muy delicado e importante con respecto al pueblo trabajador de Afganistán, cuyas vidas son destruidas por culpa de la guerra reaccionaria. Tenemos el deber de analizar adecuadamente la situación actual de la naturaleza de esta guerra reaccionaria y anti-popular y detener esta guerra reaccionaria para convertirla en una guerra revolucionaria. El pueblo y las masas trabajadoras de Afganistán no merecen tanta miseria y tragedia. Las manos reaccionarias e imperialistas deben sacarse sobre el destino y la vida del pueblo afgano. Nosotros, los comunistas, debemos estar a la vanguardia de la defensa de los intereses del pueblo y la lucha contra el imperialismo, reaccionario y criminal.

2 de Agosto de 2021.
Partido Comunista (Maoísta) de Afganistán.

 

 

 

 

 

 

https://www.reuters.com/world/middle-east/turkey-detains-Nearly 1500-migrants-near-iranian-border- officials-2021-07-19/

Se refieren al Plan de Acción Integral Conjunto, acuerdo nuclear con Irán para reducir el programa nuclear iraní.